martes, 2 de junio de 2015

Guerra de baja intensidad en el Triángulo Norte de Centroamérica (Guatemala, Honduras, El Salvador)



Guerra de baja intensidad en el Triángulo Norte de Centroamérica


En esta entrega haremos un corte con el tema que hemos venido estudiando acerca de los cuatro pilares de la Alianza para la Prosperidad del Triángulo Norte, al que daremos continuidad en los siguientes artículos. Es de resaltar que el tema que hoy abordaremos no está alejado de lo que ya hemos estado discutiendo, más bien daremos un salto necesario para hablar acerca de la violencia. Esperamos nos envíen sus comentarios y si tienen algunos insumos que nos puedan servir para ampliar y explicar mejor este tema, sería muy valioso para nosotros y para nuestros lectores. Hemos decidido tocar este tema a pesar de nuestras limitantes pero creemos necesario y urgente develar lo que está sucediendo en esta parte del mundo llamada Triángulo Norte de C.A en relación a este tema.




Hoy en día, se quiere tapar el sol con un dedo y nadie se atreve a decirnos que estamos en guerra, “la guerra está en el Medio Oriente”, piensan algunos; sin embargo, en Centroamérica, especialmente en los países del Triángulo Norte (Guatemala, Honduras y El Salvador), cada día mueren cientos de personas. En las últimas semanas se reportaron en el país la cantidad de 21 asesinatos diarios y un total de 1,298 asesinados entre el 1 de enero y el 18 de mayo de este año; en Honduras, la cifra de homicidios, durante el primer trimestre de lo que va de año, fue de 1,248;y en Guatemala, en el en el mismo periodo se reportaron 1,368. Todo esto sitúa a la región en una de las más violentas del mundo. Ante esto no podemos negar de que estamos en guerra, hemos estado en guerra desde que el capitalismo surge y mucho antes, desde que se dividió la sociedad en clases. Pero la guerra que enfrentamos ahora en la región  no es una guerra convencional, es una guerra de baja intensidad.


Una guerra, en la que no se miran enfrentándose a dos ejércitos como estamos acostumbrados, más bien se trata de una guerra más sofisticada, disfrazada de combate al terrorismo o al narcotráfico y al crimen organizado.

Para comprender este fenómeno, tenemos que verlo desde el punto de vista de la lucha de clases y partir de la etapa actual en la que se encuentra el capitalismo, es decir, imperialista.




 El imperialismo significa para la clase obrera hambre, miseria, explotación, opresión y sobre todo guerra. Esta verdad no la tenemos que perder de vista ya que de eso depende nuestra capacidad de respuesta, tenemos que estar, como clase trabajadora, a la altura de las exigencias de la lucha de clase en esta fase de desarrollo del capitalismo, ya que “no es posible seguir viviendo a la antigua, en el ambiente relativamente tranquilo, civilizado y pacífico del capitalismo que evoluciona suavemente y se extiende poco a poco a nuevos países. Ha llegado una nueva época.”  (V.I Lenin, La Bancarrota de la II Internacional). 

Esta nueva época se vuelve más violenta, se trata de un nuevo reparto del mundo en la que las contradicciones entre los países más poderosos solo se resuelven por medios violentos. Tenemos el ejemplo de la I y II Guerra Mundial. En la actualidad, las disputas por dominar el mundo, los mercados, las materias primas y territorios que abarcan regiones inmensas, es decir, disputas por un mejor reparto del mundo están siendo impulsadas por los principales bloques imperialistas entre ellos la Unión Europea, los BRICS, los Tigres Asiáticos, UNASUR, la Liga Árabe y EEUU, ellos son los que se están disputando la hegemonía y para ello utilizan los métodos que sean necesarios para posicionarse y desplazar a su contrincante, por el momento las contradicciones entre estos bloques no se han resuelto con una III Guerra Mundial, pero han puesto a pelear pueblo contra pueblo, es lo que está sucediendo en el Medio Oriente.




El mundo está en guerra pero “los únicos que ansían la guerra y no quieren la paz son los grupos del capital monopolista del puñado de países imperialistas, que se enriquecen con la agresión.” (Mao Tse-tung).
Si ya tenemos claro que el imperialismo es guerra veamos qué tipo de guerra está implementando en nuestros pueblos. Podríamos decir que por sus características se trata de una Guerra de Baja Intensidad (GBI). Este tipo de conflicto es utilizado en los países denominados del “Tercer Mundo”, es un plan contrainsurgente que busca sofocar cualquier brote revolucionario causado por los distintos problemas económicos, políticos, sociales como la miseria, el desempleo, la corrupción, las enfermedades, la violencia, el hambre, etc., que son problemas  enfrentados a diario en países como los de la región centroamericana que afectan los intereses imperialistas, principalmente de los EEUU.

La GBI combina aspectos militares, políticos, económicos, psicológicos y de control poblacional. Algo muy característico de este tipo de guerra es la creación de grupos paramilitares, por ejemplo, Escuadrones de la Muerte, sin embargo, hoy no se les llama con ese nombre sino que se les denomina maras y pandillas, carteles de droga, sicarios entre otros.

La utilización de estos grupos busca lograr legitimar en la población la militarización, ahora ya es muy común la implementación de tareas conjuntas de seguridad entre la Policía Nacional Civil y la Fuerza Armada, nadie se escandaliza con la llegada de los 280 marines estadounidenses, ni tampoco se ha dicho algo por la implementación de los Batallones de Reacción Inmediata del ejército, a pesar que todo esto viola la Constitución de la República, irrespeta Los Acuerdos de Paz, y pisotea la soberanía nacional de los tres países, sin que exista mayor oposición en la población. 




Esta poca resistencia mostrada por el pueblo no es voluntaria sino que ya se encuentra incluida en la GBI, que cuenta con un plan sistemático para quebrantar la moral del pueblo y mantenerlo subyugado, impotente, con miedo, o incluso indiferente, esta es la dimensión psicológica de la GBI que permite modificar la conducta y los hábitos de la población por medio del terror: “Los mecanismos de la represión son dirigidos a contener y condicionar a los pueblos, alterando sus valores para alcanzar objetivos y proyectos a través de la dominación y el terror, (…) Es decir, romper el tejido colectivo y solidario de las organizaciones populares. (…) Estos mecanismos represivos desarrollan una acción psicológica que genera en la población una actitud culposa de la situación, y la necesidad de que los militares pongan “orden” al desquicio social y la subversión.” (Carlos Martin Beristain y Francesc Riera, Afirmación y resistencia “La comunidad como apoyo”, Virus, España, 1993, P. 7-8.).

Además de la dimensión psicológica que mencionamos arriba,  la Guerra de Baja Intensidad tiene tres frentes: militar, de las instituciones militares y sus auxilios civiles y el de opinión pública.
En el frente militar se realizan despliegues de tropa, formación de fuerzas elites y comandos especiales que puedan intervenir y desplegarse con rapidez.  El frente militar también adopta tareas como la ayuda humanitaria, asistencia civil y construcción de infraestructura como mecanismos de penetración de las comunidades en la lógica de la guerra psicológica. Un ejemplo claro en nuestro país es la implementación de Batallones de Reacción Inmediata que estarán involucrados en tareas de seguridad pública. Según Munguía Payés, ministro de Defensa, “cada batallón contará con 400 o 500 elementos de fuerzas especiales y que esta modalidad, pensada para “cumplir cualquier imprevisión y en cualquier circunstancia”. También anuncio la creación de una unidad policial “especializada” y con “experiencia” para contrarrestar los altos índices de homicidios.”

El segundo frente prioriza las acciones de corte político, estas buscan introducirse e infiltrar a la sociedad civil y conquistar su mente con la única intención de desarticular a los movimientos  populares y de oposición. Dentro de la estrategia se encuentra modernizar la economía e impulsar algunos sectores productivos, empiezan a sonar palabras como “desarrollo social”, “economía solidaria”, “inversión” se realizan obras de infraestructura como carreteras y puentes que conectan áreas económicas y que a la misma vez facilitan el transporte de las fuerzas militares. 

Por ejemplo, La Alianza para la Prosperidad del Triángulo Norte de C.A, los FOMILENIOS I y II, los Asocios Público-Privados entre otros. Por otra parte se penetra, organiza y reorienta a las fuerzas de seguridad no militares como las policías para que trabajen en conjunto y con los mismos objetivos que los militares. La idea es hacer bases de operación mixtas o poner a militares en cargo o retirados como directores de las fuerzas policiacas con el objetivo de obtener una mayor coordinación entre las fuerzas represivas civiles y militares. Así la presencia militar dentro de la seguridad pública es constante, es decir, se militariza la policía. En pocas palabras el objetivo de este frente consiste en reclutar todo el apoyo civil posible a la causa militar.




El frente de la opinión pública busca cuidar la imagen pública de las fuerzas armadas. Para esto se hace necesario establecer alianzas o un férreo control sobre los medios masivos de comunicación, ya que es vital que la información alrededor del conflicto sea orienta a legitimar las acciones del ejército y las instituciones civiles que colaboran con él. 

La información se convierte en un campo de batalla y la ideología un asunto militar. El objetivo de esto es crear un cerco que ampare la impunidad y permita la destrucción de las comunidades libremente sin que interfiera la opinión pública.  Como ejemplo de ello basta con revisar el sitio de internet de uno de los principales periódicos del país, La Prensa Gráfica, donde encontraremos el tema de interés “violencia en El Salvador”, en el cual aparecen las noticias del mes de mayo en relación a ese tema: “Pandillas eliminan a sus propios miembros: PNC”; “Fallecen dos pandilleros tras tiroteo contra PNC”; “PNC se adjudica disminución de homicidios del fin de semana”; “ocho homicidios se han cometido este día”; “Considerable disminución de homicidios previa beatificación”; “Martes finalizo con 33 víctimas de homicidio”;  “Primer batallón de reacción de la FAES comienza a patrullar”. Este terrorismo mediático al que nos tienen sometidos los periódicos, los noticieros, los programas de radio, las redes sociales nos impiden ver qué es lo que hay detrás de toda esta violencia. Este tipo de noticias busca legitimar cualquier acción de gobierno, supuestamente para el combate de la delincuencia. Los crímenes políticos se disfrazan con la violencia de pandillas y simplemente se van a sumar a las estadísticas.

Pero ante esto, como proletariado ¿Qué tareas se nos plantean? El primer paso esta en desechar las ilusiones y prepararse para la lucha, atrevernos a luchar y atrevernos a vencer, en construir una tendencia clasista, en convertir la dispersión en reagrupamiento, en contar con nuestras propias fuerzas, en comprender que un mundo sin trabajadores es imposible, pero un mundo sin capitalistas es necesario. Seguiremos profundizando sobre este tema pero por el momento cerraremos con la siguiente frase:

“Con nuestras propias manos pondremos fin a la época de las guerras en la historia de la humanidad, y la guerra que ahora hacemos es indudablemente parte de la guerra final. Pero la guerra que enfrentamos es al mismo tiempo, sin duda alguna, parte de la más grande y más cruel de todas las guerras. Se cierne sobre nosotros la más grande y más cruel de todas las guerras injustas contrarrevolucionarias. Si no levantamos la bandera de la guerra justa, la gran mayoría de la humanidad será devastada. La bandera de la guerra justa de la humanidad es la bandera de la salvación de la humanidad.” (Escritos militares del Presidente Mao)





¡Osar luchar, Osar Vencer!...
  

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